LA FRASE

"Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad."

Sir Arthur Conan Doyle

miércoles, 30 de marzo de 2005

Los espejos del domingo

Leo Los espejos del domingo y otras lecturas de poesía (Renacimiento, 2004), de Antonio Moreno. Libro misceláneo (Leopardi, García Lorca, Gil-Albert, Ángel González, César Simón...), destaca en él el ensayo que le da pie al título, los apuntes sobre el motivo literario del domingo. Libro inteligente y culto, encierra un pensamiento que le confiere unidad al conjunto. Lástima, tal vez, que ese pensamiento no se haga más explícito, afirmativo y sistemático, en una suerte de capítulo final recopilatorio. Pero todo el libro está sembrado de pistas. Las señales de un lector agudo y avisado.

miércoles, 23 de marzo de 2005

La religión, en el escaparate

¿Qué diría Erasmo si pudiese pasear estos días por las calles de Sevilla y pararse ante los escaparates, y verlos adornados de Dolorosas, Nazarenos, Crucificados, pasos en miniatura, ropas y objetos litúrgicos, maniquíes de costaleros, figuritas de penitentes, túnicas, capirotes, etc.? ¿Religión mercantilizada? ¿Utilización ilegítima? ¿Lo sagrado convertido en mercancía? ¿Lo divino folklorizado?
Erasmo, no sé. Pero el hombre de la calle, el Hombre del Sentido Común, sé que no se escandaliza. Sabe dónde están las fronteras, y cuándo hay que cruzarlas, y cuándo no, y cómo. Sabe que las fronteras son permeables y porosas, y que lo mismo separan que unen.
El intelectual, en cambio, suele ser excluyente y categórico: o unen, o separan; o están abiertas, o están cerradas.
Las fronteras de lo humano y lo divino: el sevillano las conoce bien, por eso las cruza continuamente. A veces, también, peligrosamente.

martes, 22 de marzo de 2005

Camilo, Buda y San Francisco

La figura de CJC, o sea, Camilo José Cela, no pudo nunca resultarme antipática. De las miserias, grandes o pequeñas, de su vida, que a algunos escandalizan, ¿quién no las tiene? Quizás el personaje estuvo por encima de la obra, aunque ésta atesore no pocas páginas logradas e incluso memorables. Lo que no logró nunca Cela es aquello a lo que más aspiró, a ser novelista. Quizás con la excepción de La colmena, sus demás novelas se caen por una cosa u otra, incluida su no sé bien por qué tan celebrada Pascual Duarte.
En San Camilo, 1936 la tesis inicial, expuesta en la Dedicatoria, carece del más elemental rigor histórico:

"A los mozos del reemplazo del 37, todos perdedores de algo: de la vida, de la libertad, de la ilusión, de la esperanza, de la decencia.
Y no a los aventureros foráneos, fascistas y marxistas, que se hartaron de matar españoles como conejos y a quienes nadie había dado vela en nuestro propio entierro."

Cualquiera diría que los españoles carecimos de responsabilidad alguna en aquella guerra fratricida.

Peor aún es la tesis final, desarrollada en el Epílogo. Peor por simple y vulgar, entre Freud y Cristo, pero ambos rebajados hasta la caricatura.

Lo que basta para acabar con las guerras y alcanzar la felicidad universal y eterna no es otra cosa que el sexo, que es lo que les ha faltado a los santos y a los profetas:

"... a Buda y a San Francisco para perfeccionarse sólo les faltó ser cachondos, si algún día el hombre sigue las huellas de Buda y de San Francisco y renuncia a la falsa riqueza de los bienes materiales y fortalece su espíritu en la humildad sin menospreciar el sexo, ese día la humanidad estará salvada y se reirá de las guerras..."

Si la gente follara más se acabarían los odios, los fanatismos, las intolerancias; he aquí la gran panacea, la gran fórmula, el remedio prodigioso y magistral:

"... el fuego de las hogueras inquisitoriales se apaga con semen..."

Sobre esta filosofía de dueña de burdel, sobre este simplismo genital, ¿qué novela se puede construir? Las novelas de tesis -y yo creo que toda novela parte siempre de una tesis- tienen que tener mucho cuidado con eso mismo, con la tesis que defienden. Sin verdad no hay belleza posible.

lunes, 21 de marzo de 2005

Sobre la inexistencia de Dios

Oído a un sevillano: "La más contundente prueba de que no existe Dios es que en en Semana Santa también llueve."
Recuerdo ahora esta frase leyendo una noticia en el periódico de hoy: Se derrumba el techo de la iglesia de Lepe en la misa del Domingo de Ramos.
Frente al argumento "ontológico" de San Anselmo, este contrargumento antiteístico que podríamos llamar "el argumento climatológico". Claro que ninguno de los dos prueba nada, por suerte o por desgracia.
Por cierto, en la iglesia de Lepe no hubo ni una sola víctima. Lo cual tampoco prueba la eficacia protectora de la Divina Providencia.