gloria, sí, la que te deban...
Pero sobre todo, Gloria.
Quijada de Caín, bárbara España,
astifina de odio. Un sol de insidia
descuartiza los mapas, la perfidia
flamea en el raíl de tu guadaña.
Te repudian tus hijos, madre extraña,
erial de iniquidad, corral de envidia,
en ti no hay redención, toro de lidia,
derriba, empuja, embiste hasta la entraña.
En paisajes levíticos levitan
tenebrosas, aéreas catedrales
y los campos iberos se marchitan:
tierras rojas, marchitos secarrales
donde los huesos de la tribu gritan
funerarias consignas radicales.
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Raro es el polígono que no tiene con los años un ángulo muerto.
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El pentágono adquiere en los EE. UU. de Norteamérica un aire marcial y belicoso.
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El cuadrilátero pertenece a la geometría pugilística.
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El cilindro es un tubo, pero platónico.
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El punto es algo; pero la línea, que no es más que una sucesión de puntos, no es nada. Lo paradójico es que es.
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El cono siente el frío del helado.
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La beatería del cono crece en el capirote del nazareno.
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La esfera es como el Absoluto en Filosofía.
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Un pensar geométrico es un pensar redondo.
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Voz al fondo: “Cuando no es un pensar cuadriculado…”
¿Existen liberales en España? Puede ser. Pero yo no los conozco, o los que conozco parecen, la verdad, muy tibia o escasamente liberales. Bien es cierto que el liberalismo es una doctrina socioeconómica que no se ha aplicado hasta ahora en ningún país del mundo, salvo muy parcialmente en Estados Unidos y con cuenta gotas en los países de la UE.
Pongamos el ejemplo de la educación, ahora que comienza el curso. Un verdadero liberal diría que la educación es una competencia, y un deber de los padres, de la sociedad, nunca del Estado. El Estado no debería tener universidades, ni colegios, ni guarderías, ni nada. Menos aún, establecer los programas o los contenidos. Todo eso lo puede hacer la inicativa privada (laica, religiosa o mediopensionista):
Dice, sin embargo, el autodenominado liberal Álvaro Vermoet en Libertad digital:
"Hay quienes sostienen que los liberales debemos apoyar una desregulación de toda la educación, dejando que sea el mercado el que organice el sistema educativo en función de las necesidades de la economía. Pero todos los grandes autores liberales, empezando por Adam Smith y siguiendo por Condorcet, han defendido la instrucción pública como una herramienta del Estado liberal destinada a la promoción social, es decir, a que sea la selección basada en el mérito y no en el dinero la que determine las oportunidades de futuro de cada alumno. Se trataría, por tanto, de un instrumento que pretende elevar el nivel cultural de la población, transmitiendo las herramientas que permitan a cada ciudadano ser libre y autónomo (leer, escribir, hacer operaciones matemáticas básicas...) y servir como "ascensor social", haciendo que la cultura y la instrucción lleguen a toda España. Esta instrucción debería preparar "maestrías" o enseñanzas técnicas en algunos casos y ofrecer vías más académicas en otros, de tal forma que resulte útil a toda la población y permita una auténtica igualdad de oportunidades en toda la Nación, se nazca donde se nazca y con independencia de los medios económicos."
"Finalmente, los liberales que creemos en España como Nación liberal, como espacio de igualdad y libertades ciudadanas por encima de etnias, religiones y nacionalidades, debemos defender la utilidad de la Instrucción pública nacional para garantizar la continuidad histórica de España y que la enseñanza de nuestra lengua y nuestra cultura llegue a todos, frente a los delirios nacionalistas que no hacen sino minar la igualdad de oportunidades."