He encontrado entre mis papeles… o, miento, entre mis archivos del PC, porque yo ya no escribo en papel más que la lista de la plaza, una traducción del poema XXXIII de Les fleurs du mal que está fechada en agosto de 1999. La traigo hoy aquí, pero acompañándola de otras dos versiones que he encontrado en la red, ahora que me he decidido a editarla.
La comparación de versiones poéticas es siempre un ejercicio entretenido. No para ver cuál es mejor o cuál es peor, aunque a veces sí, sino para comprobar cómo lo que se gana en una se pierde en la otra, y viceversa. Quizás la traducción perfecta no existe, no puede existir. O quizás ocurre como con la música que escuchamos los que no sabemos música: oímos interpretaciones de una partitura impenetrable.
Doy primero el texto original, tal como salió de la pluma de Baudelaire:
XXXIII.- REMORDS POSTHUME
Lorsque tu dormiras, ma belle ténébreuse,
Au fond d'un monument construit en marbre noir,
Et lorsque tu n'auras pour alcôve et manoir
Qu'un caveau pluvieux et qu'une fosse creuse ;
Quand la pierre, opprimant ta poitrine peureuse
Et tes flancs qu'assouplit un charmant nonchaloir,
Empêchera ton coeur de battre et de vouloir,
Et tes pieds de courir leur course aventureuse,
Le tombeau, confident de mon rêve infini
(Car le tombeau toujours comprendra le poète),
Durant ces grandes nuits d'où le somme est banni,
Te dira : «Que vous sert, courtisane imparfaite,
De n'avoir pas connu ce que pleurent les morts?»
—Et le ver rongera ta peau comme un remords.
[Jeanne Duval, por Baudelaire]
Y, ahora, mi versión:
Cuando duermas, un día, mi morena belleza,
bajo aquel monumento alzado en negro mármol,
y cuando ya no tengas más alcoba ni techo
que una lluviosa tumba, una excavada fosa;
cuando la piedra oprima tu pecho amedrentado,
y tu talle ya pierda su indolencia atractiva,
y el corazón no pueda ya latir ni querer,
ni tus pies recorrer su curso caprichoso,
la tumba, confidente de mi sueño infinito
(porque una tumba siempre comprende a los poetas),
en esas largas noches prohibidas al sueño
te dirá: “¿De qué sirve, puta de tres al cuarto,
no haber prestado oídos al gemir de los muertos?”
Y, en tu piel, ya el gusano, como un remordimiento.
Y, ahora, las otras dos anunciadas, de más antigua a más moderna:
REMORDIMIENTO PÓSTUMO
Cuando duermas por siempre, mi amada Tenebrosa,
tendida bajo el mármol de negro monumento
y por tibia morada y por solo aposento
tengas, no más, el antro húmedo de la fosa;
Cuando oprima la piedra tu carne temblorosa,
y le robe a tus flancos su dulce rendimiento,
acallará por siempre tu corazón violento,
detendrá para siempre tu andanza vagarosa.
La tumba, confidente de mi anhelo infinito
(compasivo refugio del poeta maldito)
a tu insomnio sin alba dirá con gritos vanos:
"Cortesana imperfecta -¿de qué puede valerte
denegarle a la Vida lo que hoy llora la muerte"?
Mientras -¡pesar tardío!- te roen los gusanos.
Versión de Carlos López Narváez
(Poeta colombiano. Popayán, 1897-Bogotá, 1971)
[Tumba de Baudelaire en Montparnasse]
REMORDIMIENTO PÓSTUMO
Cuando en el fondo duermas, mi bella tenebrosa,
de una tumba de mármol denegrido construida,
y ya tan sólo tengas por alcoba o guarida
una cueva lluviosa y una profunda fosa;
Cuando oprima la losa tu carne temblorosa
y tus flancos doblados con encanto tendida,
y el latir y el querer a tu pecho le impida,
Y a tus pies el correr su carrera azarosa,
La tumba, confidente de mi sueño infinito,
(porque la tumba siempre comprenderá al poeta),
en esas largas noches en que el sueño es proscrito,
Te dirá: “¿De qué os sirve, cortesana indiscreta,
lo que los muertos lloran no haber conocimiento?”
-Y te roerá el gusano como un remordimiento.
Versión de Ignacio Caparrós
(Ed. Alhulia. Colección "Crisálida", nº 20. Granada, 2001)
Me hubiera gustado aportar aquí más versiones en castellano (para limitarnos a una lengua de llegada) de este poema, pero no las he encontrado, aunque tampoco las he buscado mucho, por falta de tiempo más que nada. Si alguien pudiera aportar (o sea, copiar y pegar) las de Antonio Martínez Sarrión (Alianza), Luis Martínez de Merlo (Cátedra), Carlos Pujol (Planeta), Ángel Lázaro (Edaf), Jacinto Luis Güereña (Visor)… ¡o la suya propia!... serían bienvenidas.
Nos podríamos entretener un ratito comparándolas. O, simplemente, leyéndolas.