LA FRASE

"Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad."

Sir Arthur Conan Doyle

martes, 21 de febrero de 2012

A PUNTO DE DEJARLO: LA NOVELA


El próximo jueves día 1 de Marzo tendrá lugar la presentación de la novela A punto de dejarlo, a las 8 de la tarde, en la Biblioteca Infanta Elena. Me acompañará el escritor y poeta José María Jurado.


Estáis todos invitados.

martes, 14 de febrero de 2012

CONGRESO ANTONIO MACHADO

Triptico Antonio Machado Profesores

lunes, 13 de febrero de 2012

ME ACUERDO....


* De cuando en España se fabricaba y se bebía zarzaparrilla (mucho antes de la Coca y la Pepsi).


* De cuando los lunes no se publicaban periódicos, sólo la Hoja de Lunes.


* No ya de la peseta, sino de la perra gorda y el duro.


* De cuando había galeradas y no PDF's.


* De Arriba y de Pueblo, de Informaciones y del Madrid, y del Ya, y de Destino y de Triunfo...


* De cuando a los slips todavía se les llamaba calzoncillos.


* De cuando los directores de Instituto tenían tratamiento de Ilmo. Sr.

* Y de los Jefes Provinciales del Movimiento y de los Gobernadores civiles.

* Me acuerdo de cuando las chucherías que comprábamos aún no venían envueltas en plástico.

* Me acuerdo de mi madre, con velo, oyendo Misa.


* Me acuerdo de los cigarrillos Bisonte.


* Me acuerdo de cuando yo no tenía aún memoria ni recuerdos.

domingo, 5 de febrero de 2012

EL SONIDO ESPAÑOL DE LO INFINITO

Ofrezco aquí el original de uno de los más intensos y justamente célebres poemas de Leopardi, junto a seis versiones españolas, por orden cronológico, que brindarán al curioso lector la oportunidad de compararlas (y en la variedad, como dicen, está el gusto). No me he resistido a dar mi propia versión, que no es sino otra manera de leer a Leopardi, la de hacerlo hablar en español de manera natural, inteligible y en un lenguaje poético que no disuene mucho del que hoy mismo hablamos.
L’INFINITO
Sempre caro mi fu quest’ermo colle,
E questa siepe, che da tanta parte
Dell’ultimo orizzonte il guardo esclude.
Ma sedendo e mirando, interminati
Spazi di là da quella, e sovrumani
Silenzi, e profondissima quiete
Io nel pensier mi fingo; ove per poco
Il cor non si spaura. E come il vento
Odo stormir tra queste piante, io quello
Infinito silenzio a questa voce
Vo comparando: e mi sovvien l’eterno,
E le morte stagioni, e la presente
E viva, e il suon di lei. Così tra questa
Immensità s’annega il pensier mio:
E il naufragar m’è dolce in questo mare.

Versión de Miguel Romero Martínez:
Siempre cara me fuiste, yerma cumbre,
y esta espesura, que a los ojos roba
tanta parte del último horizonte.
Sentado aquí y mirando interminables
espacios a lo lejos, sobrehumanos
silencios y una calma profundísima
en el pensar me finjo; y poco falta
para que tiemble el corazón. Y oyendo
silbar el viento entre las frondas, voy
comparando esta voz a aquel silencio
infinito; en lo eterno pienso entonces,
en la muerta estación y en la presente,
viviente y rumorosa. Y así en esta
inmensidad se anega el pensar mío,
y el naufragar me es dulce en este mar.

Versión de Diego Navarro:
Siempre cara me fue esta yerma loma
y esta maleza, la que tanta parte
del último horizonte ver impide.
Sentado aquí, contemplo interminables
espacios detrás de ella, y sobrehumanos
silencios, y una calma profundísima
mi pensamiento finge; poco falta
para que el corazón se espante. Escucho
el viento susurrar entre estas ramas,
y comparando voy a aquel silencio
infinito esta voz; y pienso entonces
en lo eterno, en pasadas estaciones,
y en la presente, rumorosa. En esta
inmensidad se anega el pensamiento,
y el naufragar en este mar me es dulce.

Versión de Antonio Colinas:
Siempre caro me fue este yermo cerro
y este seto, que priva a la mirada
de tanto espacio del último horizonte.
Mas, sentado, y contemplando, interminables
espacios más allá de aquellos y sobrehumanos
silencios, y una quietud hondísima
en mi mente imagino. Tanta que casi
el corazón se estremece. Y como oigo
el viento susurrar en la espesura
voy comparando ese infinito silencio
con esta voz. Y me acuerdo de lo eterno,
y de las estaciones muertas, y de la presente
y  viva, y de su música. Así que, entre esta
inmensidad mi pensamiento anego,
y naufragar en este mar me es dulce.

Versión de Eloy Sánchez Rosillo:
Siempre caro me fue este aislado cerro,
y estos arbustos, que una buena parte
impiden ver del último horizonte.
Mas, sentado y mirando, interminables
espacios detrás de ellos, sobrehumanos
silencios y una calma profundísima
yo en el pensar me finjo; y casi, entonces,
el corazón se espanta. Y cuando el viento
escucho susurrar entre estas plantas,
el silencio infinito a la voz esta
voy comparando. Y en lo eterno pienso,
en muertas estaciones y en la viva,
presente, y su sonido. Así, en esta
inmensidad se anega el pensar mío,
y el naufragar en este mar me es dulce.

Versión de Hernán Isnardi
Siempre caro me fue este yermo monte
Y ese obstáculo, que de esta parte
Del último horizonte la vista excluye.
Mas sentado y mirando interminables
Espacios tras él, y sobrehumanos
Silencios, y profundísima quietud
Mi mente imagina; tanto que por poco
mi corazón se asusta. Y como el viento
oigo susurrar entre las plantas, yo aquel
Infinito silencio a esta voz
Voy comparando: y me acuerdo de lo eterno,
Y las muertas estaciones, la presente
viva, y su sonido. Así en esta
Inmensidad mi pensamiento se hunde:
Y el naufragio me es dulce en este mar.

Versión de José Luis Bernal:
Siempre caro me fue este yermo monte
y aqueste seto que por tanta parte
mirar impide el último horizonte.
Mas sentado, y mirando, interminados
espacios más allá, y un sobrehumano
silencio, y profundísimas quietudes
en la mente me finjo; do por poco
se espanta el corazón. Y como el viento
oigo silbar entre estas plantas, yo ese
infinito silencio a estas voces
voy comparando: y lo eterno evoco
y las muertas edades, y la viva
y presente, y su son. Así entre esta
inmensidad se anega el pensamiento
y el naufragar me es dulce en este mar.

           Versión de Luis Martínez Merlo

Siempre amado me fue este otero yermo,
y este seto que impide la mirada
del último horizonte en tanta parte.
Mas sentado y mirando, interminable
espacio tras de aquel, y un sobrehumano
silencio, y una calma profundísima
en la mente imagino, tal que casi
siente miedo mi pecho. Y cuando el viento
oigo sonar entre esas plantas, ese
infinito silencio, y esta voz
voy comparando; y en lo eterno pienso,
las edades ya muertas, la presente
y viva, y su sonido. Así tras esta
inmensidad se anega el pensamiento:
y dulcemente en este mar naufrago.

Versión de Enrique Baltanás

Siempre este aislado cerro me gustó,
y estas malezas que por tantas partes
del lejano confín la vista impiden.
Pero al sentarme aquí, mirando al lejos,
un gran espacio en calma y en silencio
eterno e infinito me imagino.
Y un poco el corazón se sobrecoge.
Cuando el viento resuena entre las ramas,
comparo aquel silencio a aquel silbido
y ya evoco lo eterno, ya el pasado,
ya la presente edad, viva y sonora,
y mi alma en infinito se me adentra.
Y naufragar en este mar me es dulce.
 

viernes, 3 de febrero de 2012

APOLOGÍA DEL PODER MILITAR

1.- Manuel Chaves Nogales construye su reportaje sobre La defensa de Madrid como una novela o un cuento tradicionales, con su héroe (Miaja) y su villano (Largo Caballero), sus ayudantes (las Brigadas Internacionales) y sus oponentes (los pistoleros de la FAI)... No es, por tanto un libro de historia, sino un reportaje novelado. Resulta verosímil, lo es, sin duda, pero no es toda la verdad histórica. Es una visión de las cosas. La visión del escritor, magnífico escritor, que era Chaves Nogales.

2.- Resulta, en apariencia, algo sorprendente que el núcleo del relato se articule, y de manera insistente a lo largo de todo el relato, en torno a una apología del poder militar. Es esta la cualidad que más resalta de la personalidad de Miaja: el ser un soldado, un buen soldado, y nada más que un soldado. Muy revelador es el encontronazo de Miaja con Cipriano Mera, que vuelve del frente para denunciar supuestas traiciones por parte de los militares:
-¡Vamos a la lucha vendidos! -insiste el anarquista. Y con frases entrecortadas, que le salen a borbotones empujadas por la ira, expone una vez más la eterna sospecha anarquista de que los jefes y oficiales del ejército profesional llevan a los milicianos al matadero, porque están en inteligencia con el enemigo. La catátrofe de hoy no se explica sino por una traición. [...]
Miaja explica circunstanciadamente al guerriolero anarquista por qué ha vencido hoy el enemigo; le demuestra sobre los planos la eficacia fatal de su maniobra y la inferioridad maniobrera de los milicianos. Aquel hombre que había entrado en el despacho de Miaja como portavoz de un movimiento sedicioso vacila, da vuelta entre las manos a su gorra y farfulla unas objeciones.
-Tu deber -le dice Miaja- es no dejarte arrastrar por ese movimiento instintivo de desconfianza en el mando cuando se producen reveses como el de hoy. Los hombres como tú son los que deben dar ejemplo de disciplina y subordinación a las masas. Luchamos en malas condiciones. Los que desde aquí dirigimos la guerra tenemos tanto interés en ganarla como los que se baten en las tricheras. Ve y convence de esto a tus hombres. Tu deber es imponerles a ellos la disciplina y obedecer ciegamente las órdenes que se te den. Sólo así podremos ganar la guerra.
Y ciertamente ese fue el principal error estratégico de la II República: no haber declarado el estado de guerra desde el mismo 18 de julio. Cuando por fin lo declaró, ya era demasiado tarde, y sólo sirvió para dar excusa a Casado para hacerse con el poder.

3.- No se hace suficiente hincapié en la ayuda decisiva que supusieron las Brigadas Internacionales. Muy probablemente, sin su presencia Madrid no habría resistido. Con Miaja o sin Miaja. De los "asesores" soviéticos apenas se dice tampoco nada, cuando fueron tan relevantes.


4.- Lo que nos es imposible compartir con Chaves es su conclusión final: "El origen de la guerra no es español, no puede ser imputable a los españoles. No hay más culpa española que la de los dirigentes inafames que brindaron la tierra de España a la barbarie y abrieron las puertas de su país a la doble y antagónica invasión extranjera." Seráfica conclusión que exoneraría a los españoles de toda culpa, siendo así que tuvieron la mayor parte en ella. En lo único que parece acertar Chaves es en su profecía: "España no será comunista ni fascista." Y, efectivamente, no lo fue, ninguna de las dos cosas. Aunque tampoco republicana, como sin duda le hubiera gustado a Manuel Chaves Nogales.