LA FRASE

"Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad."

Sir Arthur Conan Doyle

domingo, 31 de julio de 2011

DE SOLEDADES


Desear unos brazos y no tenerlos. Abrazar el aire. Desear una piel y acariciar tan sólo el sonido silbante del viento al cruzar por una ventana desvencijada. Hablar a solas en una habitación sin muebles y sin cortinas y sin televisor. Vacía. Desnuda. Cuatro paredes. ¿Es esto la soledad?
Hay soledades y soledades. Maravillosa y embarazosa imperfección y ambigüedad del lenguaje. O, mejor dicho, de las palabras, que son barajas de significados, surtidos de posibilidades expresivas. Porque el lenguaje sólo se torna preciso en el texto, en la frase, cuando las palabras se acompañan unas a otras, se iluminan mutuamente, se organizan para la acción. Tal vez a eso se refiriera Goethe cuando decía que en el principio era la acción. Las palabras son como soldados; pero para dar la batalla, para ganarla, es preciso un general que las dirija, que agrupe a estos soldados en el escuadrón disciplinado del texto.
Pero, sí, hay soledades y soledades. La elegida, la soledad solidaria, la de la escondida senda, la de la vida retirada, tal vez no sea verdadera soledad, sino, acaso, la mejor compañía. Uno tiene a los otros lejos y en la mano. Basta cruzar una puerta, marcar un número, abrir un libro. Y el hambre de otredad desaparece.
La soledad verdadera es, quizás, la otra, la implacable, la atroz, la involuntaria. Cuando el otro no está, no puede estar, no estará ya nunca. Cuando es inútil que crucemos una puerta o marquemos un número, cuando abrir un libro supone un ejercicio doloroso y pesado, para el que es preciso acumular fuerzas, echarle valor. Porque en cada página puede haber un precipicio que nos hunda.
Maravillosa y terrible ambigüedad del lenguaje. Soledad. Soledad. Dos soledades. Distintas y contrarias. Vasos comunicantes que unen esas dos soledades. La de la plenitud y la de la carencia. La dulce y la amarga. La encumbrada y la terrible. Porque, sí, se unen, se comunican.
Yo busco la soledad como una cura homeopática y preventiva de la soledad. Practico en mis soledades ejercicios de soledad.

miércoles, 27 de julio de 2011

NO HAY INSTANTE SIN MILAGRO

No me he tomado la molestia o, tal vez, tenido el gusto de leer este auto sacramental de don Pedro Calderón de la Barca.


¿Para qué, si con el título me basta? Porque, sí, reconozcámoslo, no hay instante sin milagro.

sábado, 23 de julio de 2011

martes, 19 de julio de 2011

CONTRA LA IGUALDAD Y OTRAS MINUCIAS

Igualdad, cuántas desigualdades en tu nombre.

*

La igualdad crea siempre una casta de privilegiados igualadores.

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“Ya llegará el momento en que todos seamos iguales”. –No, ni siquiera entonces.

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El grito de ¡Igualdad! suena lo mismo que si se dijese ¡Cuerpo a tierra!

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La igualdad es una máquina de laminar de conciencias.

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De los grandes inventos, lo más extraño es que no se inventasen mucho antes.

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Era hombre de muchas ideas. Pero todas guardadas en su biblioteca.

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Las bolsas de basura que depositan los solitarios llevan más que nada restos de su soledad.

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Conviene tener a los poetas encerrados en cápsulas generacionales, para que no se oxiden.

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El matrimonio es algo demasiado serio para dejarlo sólo en manos de los esposos.

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Al contemplar las ruinas de mi inteligencia, veo que allí se alzan, aún erguidos y enteros, los fantasmas de las ideas que las poblaban.

domingo, 17 de julio de 2011

SOBRE LA PRIMERA CRISIS DE LOS BLOGS

No recuerdo dónde leí hace poco que el número de blogs, que hasta hace muy poco, aumentaba de modo exponencial, se había frenado considerablemente este último año. La causa: la creciente popularidad de las redes sociales.

En Twiter o en FaceBook, basta con una frase, una línea, ni siquiera eso, basta con una imagen o un enlace. Nada que ver con la, casi, siempre más dificultosa y arriesgada elaboración de una entrada. Porque una entrada puede ser un artículo, una página de un diario, una glosa, un microrrelato, un breve ensayo... Y eso, como se sabe, ya no está al alcance de cualquiera.


Así que los blogs se enfrentan a su primera crisis... de crecimiento.

Pero no de identidad ni de naturaleza. No sólo porque blogs y redes sociales pueden estar interconectados, y de hecho lo están, sino porque el blog, quizá ya no tan mayoritario, conserva aquello de lo que quizá carezcan las redes, es decir, un cierto aire de profesionalidad, de continuidad, de persistencia.

El blog, por otra parte, preserva la intimidad de su autor, su espacio personal, sin sumirlo en la corriente continua de las redes sociales, en la vorágine de sus constantes y cambiantes mensajes.
La verdad es que entran ganas de decir, ¡El blog ha muerto! ¡Viva el blog!



miércoles, 13 de julio de 2011

MENÉNDEZ PELAYO Y LA TOLERANCIA CERO

Ley forzosa del entendimiento humano en estado de salud es la intolerancia. Impónese la verdad con fuerza apodíctica a la inteligencia, y todo el que posee o cree poseer la verdad, trata de derramarla, de imponerla a los demás hombres y de apartar las nieblas del error que les ofuscan. Y sucede, por la oculta relación y armonía que Dios puso entre nuestras facultades, que a esta intolerancia fatal del entendimiento sigue la intolerancia de la voluntad, y cuando ésta es firme y entera y no se ha extinguido o marchitado el aliento viril en los pueblos, éstos combaten por una idea, a la vez que con las armas del razonamiento y de la lógica, con la espada y con la hoguera.
 
La llamada tolerancia es virtud fácil; digámoslo más claro: es enfermedad de épocas de escepticismo o de fe nula. El que nada cree, ni espera en nada, ni se afana y acongoja por la salvación o perdición de las almas, fácilmente puede ser tolerante. Pero tal mansedumbre de carácter no depende sino de una debilidad o eunuquismo de entendimiento.

viernes, 8 de julio de 2011

JAVIER SALVAGO: NADA IMPORTA NADA

El lector que se asome a esta antología, La vida nos conoce, se encontrará con la sorpresa de un regalo inesperado: Nada importa nada, el último e inédito, y esperadísimo, libro de Javier Salvago.
La hermosa sextina "La poesía", que lo abre (así como otra sextina lo cerrará), anuncia ya el tono de todo el poemario: 

Ella se fue, como llegó, entre sueños,
acaso porque tú no eras el mismo,
dejando más vacía tu existencia.
Y no puedes decir que lo has sentido.
También uno se cura, con el tiempo,
de sufrir, de escribir, de ser... De todo.

Porque, en efecto, el desengaño de los años vividos, de la vida misma, considerada como un juego absurdo que siempre acaba mal, es el leit-motiv de todos los poemas: "Si algo enseñan los años/ es que todo se acaba./ Que nada, en este juego,/ dura ni importa nada."

En el poema "Llámalo pesimismo", JS parece adelantarse al hipotético reproche. Mediante una serie de premisas:

Aceptar que la vida es una trampa,
una batalla a muerte y sin sentido,
un mal sueño, una farsa,
que todos somos Sísifo.
Aceptar que se nace, se padece,
se envejece, se muere, y el olvido
se encarga de enterrarnos en la nada,
no es pesimismo.


se llega a la conclusión:


Es aceptar que eso lo que hay;
lo que hubo siempre, por los siglos
de los siglos.


que refuta o relativiza el reproche:


Si crees que exagero,
mírate: atrapado, confundido,
insatisfecho siempre, acobardado,
derrotado, perdido...
Si crees que exagero,
llámalo pesimismo.


No incurriremos en ese reproche. Impresionados por la contundente y fúnebre poesía de este último JS, reconocemos, sí, que ha sabido captar un lado o momento de la vida. El lado más oscuro de la vida. Que lo tiene. "Escribir no es sino una preparación para no escribir", reza un aforismo de JRJ, y JS lo ha copiado para colocarlo al frente de su libro. Suena a despedida. Porque, en efecto, quien se declara "harto de la existencia, harto de todo,/ de los sueños, del mundo y su sentido", ¿qué más puede añadir?

Esperemos que no sea el caso, como demuestra el caso, por ejemplo, de Cioran. Y, en cualquier caso, aquí está, seleccionada y escogida, la poesía de Javier Salvago. La poesía de todo un maestro. Eso, sin duda.

miércoles, 6 de julio de 2011

¿POR QUÉ...

este poema de José Luis García Martín que dice


Se han ido los últimos amigos;
abro las ventanas para que salga el humo,
para que entre la impaciente luz del día.
Todavía la casa resuena con sus risas,
en los vasos hay huellas de labios,
también sobre mis labios;
aún resuena el motor de un coche,
aún oigo renqueante el ascensor.
Y entonces llegas tú, la no invitada,
y con el hosco silencio de costumbre,
retiras platos, vacías ceniceros,
y antes de que amanezca,
antes que el sueño llegue,
ya no queda en mi casa ni en mi vida
el más mínimo rastro
de la fiesta.


y que el autor ha titulado "Madrugada", no lo ha llamado mejor y más propiamente "La asistenta"?


A continuación ofrezco otra versión, métricamente regularizada, aunque no sé si más conseguida (probablemente, no):




Se han ido ya los últimos amigos.
Abro yo las ventanas para que salga el humo
y entre así la impaciente luz del día.
Todavía la casa resuena con sus risas,
en los vasos hay huellas de unos labios,
también sobre mis labios.
Aún se escucha el motor de un lento coche,
aún oigo renqueante el ascensor.
Y entonces llegas tú, la no invitada,
con el hosco silencio de costumbre,
retiras platos, limpias ceniceros,
y antes de que amanezca,
antes que el sueño llegue,
ya no queda en mi casa ni en mi vida
el más mínimo rastro de la fiesta.

martes, 5 de julio de 2011

HERMANOS EN CRISTO

Cuando yo era joven y ateo, o juvenilmente ateo, digamos, porque el ateísmo es o al menos parece ser siempre una enfermedad irremediablemente juvenil, una cosa que reprochaba a los cristianos era que no amasen al prójimo por sí mismo, sino "en Cristo". Me parecía de una hipocresía difícilmente exagerable. Porque lo amaban por una idea, no por los valores que ese prójimo pudiera albergar en sí mismo. Un afán de proselitismo apenas disimulado.

Pero en cierto momento de mi vida, y no quiero ahora hacer valer el valor del Espíritu Santo, que abre las conciencias, para no indignar más de lo necesario a mis amigos ateos, senilmente ateos, digamos, digo que en cierto momento de mi vida me di cuenta de que quien estaba equivocado era yo.
¿Se puede amar a alguien por su belleza -sí, quizás no por mucho tiempo-, por su inteligencia -sí, pero...(la inteligencia siempre tiene un pero)-, por su cultura -desde luego, pero eso es admiración, no amor-, por...?

Y, ¿qué pasa con esos seres vagabundos, alcohólicos, retrasados, deformes, inválidos, tullidos del alma o del cuerpo, o de ambas cosas a la vez? ¿Nos entregaremos a la eutanasia, o al aborto, sin remilgos?


De siempre se ha dicho que la cruz del matrimonio es tan pesada que es preciso llevarla entre tres.

Y, sí, el amor humano o es triangular o no es nada. Yo, el Otro, Dios. Y, desde luego, aquí el orden de los factores no altera el producto.