ARMIS HIC VICTRICIBUS
MENS IUGITER VICTURA
MUMENTUM HOC
D.D.D.
MENS IUGITER VICTURA
MUMENTUM HOC
D.D.D.
MXMXXXVI - MXMLXXV
La biografía, uno de los más viejos géneros historiográficos, ha estado mal vista durante decenios por una mal entendida veneración al papel de las masas y una exagerada aversión a considerar el acontecimiento como lo que es: la unidad mínima del hecho histórico. Pero desde hace años ha adquirido una pujanza nueva. Libres ya de los prejuicios -más ideológicos que estrictamente historiográficos- que impedían conciliar convicciones entendidas como contrarias, los nuevos historiadores son conscientes de que lo individual y lo episódico forman parte de la historia en la misma medida que lo colectivo y lo procesal. Más aun: que el individuo y el episodio son los necesarios eslabones de la colectividad y del proceso.
Se ajusta a la realidad de los hechos. Todo fue una réplica del general a la actitud, bastante molesta, del señor Unamuno, que no se justificaba en un acto patriótico, en un día señalado y en la España nacionalista que luchaba en el campo de batalla con un feroz enemigo y con grandes dificultades para vencerlo. Millán se creyó obligado a reaccionar en la forma que lo hizo a lo que consideró una provocación del ilustre catedrático.
Me fastidió tanto su supuesta superioridad y su afán de hacernos comulgar con ruedas de molino, que no pude remediarlo y dije textualmente: si esto es inteligencia, muera la inteligencia. Pero se ha quedado sólo con la última parte.
Creo que sobran comentarios sobre el pensamiento y las actitudes de este magnífico demócrata.En su contestación, Azaña: “(.....)En primer lugar, yo no sé qué es el Poder Judicial [el señor Xirau : ¡Evidente!] Aquí está la Constitución. Yo no gobierno con libros de texto, ni artículos, ni con tratados filosóficos y doctrinales, gobierno con este librito y digo que se me busque en este libro Poder Judicial, que lo busquen aquí, a ver si lo encuentran [el señor Rey de Mora: No estará en la palabra, pero en el concepto sí está] No, señor Rey Mora, no es sólo una cuestión de palabras; va mucha e importantísima diferencia de decir “Poder Judicial”, a decir “administración de Justicia”. (...) Es preciso decir que ruedan por el vocabulario político una porción de expresiones que no corresponden a la realidad de la Constitución republicana, sino que vienen arrastradas de tiempos anteriores o de doctrinas más o menos erróneas en las que se enseñan a las gentes cosas que no corresponden a la realidad jurídica y política viva del país; por ejemplo, yo oigo mucho hablar del Poder moderador de la República; éste es una fantasía, esto viene del vocabulario del derecho político de antaño. (..) Uno de los tópicos circulantes acerca de los Tribunales de Justicia se resume en estas palabras, que evocan otras: “independencia del Poder Judicia”; esto es una de aquellas cosas que circulan como la de “menos política y más administración” o “el porvenir de España está en África”. ¿Independencia del Poder Judicial? ¡Según! ¿Independencia de qué? [el señor Gil Robles: Del Gobierno] Exactamente. ¿Independencia de qué? [el señor Gil Robles: De las intromisiones del Gobierno.-Rumores]. Pues yo no creo en la independencia del Poder Judicial [el señor Gil Robles: Pero lo dice la Constitución]. Dirá lo que quiera la Constitución, lo que yo digo [el señor Gil Robles: Artículo 94 de la Constitución] Cálmese el señor Gil Robles. Lo que yo digo es que ni el Poder Judicial, ni el Poder legislativo, ni el Poder ejecutivo pueden ser independientes del espíritu público nacional” págs. 172-173).La frase del señor Azaña: “Dirá lo que quiera la Constitución, lo que yo digo”, quedó como un índice de la arbitrariedad del momento. (pág.173).
-¡Vamos a la lucha vendidos! -insiste el anarquista. Y con frases entrecortadas, que le salen a borbotones empujadas por la ira, expone una vez más la eterna sospecha anarquista de que los jefes y oficiales del ejército profesional llevan a los milicianos al matadero, porque están en inteligencia con el enemigo. La catátrofe de hoy no se explica sino por una traición. [...]Y ciertamente ese fue el principal error estratégico de la II República: no haber declarado el estado de guerra desde el mismo 18 de julio. Cuando por fin lo declaró, ya era demasiado tarde, y sólo sirvió para dar excusa a Casado para hacerse con el poder.
Miaja explica circunstanciadamente al guerriolero anarquista por qué ha vencido hoy el enemigo; le demuestra sobre los planos la eficacia fatal de su maniobra y la inferioridad maniobrera de los milicianos. Aquel hombre que había entrado en el despacho de Miaja como portavoz de un movimiento sedicioso vacila, da vuelta entre las manos a su gorra y farfulla unas objeciones.
-Tu deber -le dice Miaja- es no dejarte arrastrar por ese movimiento instintivo de desconfianza en el mando cuando se producen reveses como el de hoy. Los hombres como tú son los que deben dar ejemplo de disciplina y subordinación a las masas. Luchamos en malas condiciones. Los que desde aquí dirigimos la guerra tenemos tanto interés en ganarla como los que se baten en las tricheras. Ve y convence de esto a tus hombres. Tu deber es imponerles a ellos la disciplina y obedecer ciegamente las órdenes que se te den. Sólo así podremos ganar la guerra.