Recibo Mecánica celeste, última entrega con que los encuentros de "Poesía en Valdediós" pretenden promocionar a jóvenes poetas asturianos. Lo leo con atención, porque uno siempre lee con atención a los jóvenes, quizá intentando buscar lo que casi nunca encuentra. Por otra parte, quizá sea lo natural. Es difícil, aunque no imposible, al menos hoy en día, que a los veinte años se tenga algo que decir de la vida ("se canta lo que se pierde") y menos aún que se sepa cómo.
Leo estos poemas como aplicados ejercicios de un taller de creación poética... a los que les falta la mano de un corrector. De alguien que les diga: "Mira chico, esto está muy bien, pero...".
Me entretengo en corregir algún poema. Por ejemplo, éste de Jaime Martínez, que es, de todos, el que más se acerca a la métrica comme il faut, y desde luego a la sintaxis propiamente dicha, titulado "Vampiro ye-yé":
Si yo, como el guaperas de la tele,
[ignoro a quién te refieres, Jaime, perdona, ¿me lo explicas?, en la tv hay tantos...]
fuera un voraz vampiro
y tuviera una fuerza sobrehumana
y no necesitara dormir en absoluto,
[pero, Jaime, ¿los vampiros no dicen que duermen durante el día?]
lo primero de todo arreglaría
algunos asuntillos que aún me quedan
pendientes con el Tiempo y
[vamos a ver, hasta ahora iba bien el poema, con su secuencia combinada de heptasílabos y endecasílabos, ¿no te hemos explicado mil veces en nuestro curso que los versos, salvo excepciones muy justificadas, no se pueden terminar en palabras como "y" o "que"? Pues va a ser que no, que no te lo habíamos explicado. Y la cosa es que es completamente innecesario el "y": bastaría con una coma]
sembraría el terror en ciertos barrios
de la ciudad de Gotham,
confundiendo a los pobres criminales
entre tanto sobaco de murciélago.
Pero una vez resueltas
estas breves cuestiones,
con el espejo de los siglos por delante,
[ojo: mide 13, no once. Solución ofrecida, muy sencilla: "y el espejo de siglos por delante"]
alzaría mi copa derramando
el adorable zumo de tus venas
y, de una vez por todas,
enviaría mis tres almas al carajo.
[o suprimes el "tres", o dices "daría...", porque si no, no salen las once sílabas dichosas]
Yo no sé si están los tiempos para que las entidades públicas financien estos no demasiado esmerados ejercicios de taller, ojalá lo estuvieran, y si lo están, me alegro, pero al menos merecerían que alguien les pasara la garlopa un poquito antes de lanzarlos al papel impreso. Con todos mis respetos para los jóvenes poetas que, sí, ya sé que tienen veinte años. Pero por eso lo digo, por pensar que el tierno esqueje aún puede enderezarse.