Es curioso cómo una obra literaria (novela, en este caso) puede cobrar vida independiente de su autor. De su intención consciente, de su propósito deliberado. Y cómo son los lectores los que, en cierto modo, van desvelando la novela.
No cabe duda de que Delibes apostaba por Mario, cristiano postconciliar como él, en detrimento de Carmen, que debía ejemplificar lo más rechazable del pasado. Durante bastante tiempo, la crítica vio en esa novela nada más que el enfrentamiento ideológico entre las dos Españas, la retrógrada y la progresista, la abierta y la cerrada. Una caricatura.
Fue, me parece, Alfonso Rey (La originalidad novelística de Delibes, 1975, cap. IX, pp. 181-203) el primero que salió en defensa de Carmen Sotillo, señalando que, más allá del aspecto ideológico, estaba la vertiente individual y humana del conflicto conyugal.
Efectivamente, si Cinco horas con Mario se limitase a ser un mero juego de espejos ideológicos, ya hace tiempo que la novela habría perdido interés. Carecería de verdad humana y de hondura literaria. No nos conmovería.
Pero Alfonso Rey buscaba interpretar la novela en otra clave: la de la opresión de la mujer por una sociedad hecha a la medida del varón. Con lo cual, me parece a mí, incurría en el mismo vicio que se proponía superar: la de interpretar la novela en clave ideológica.
Más tarde, esta "reivindicación" de Carmen recibió un nuevo impulso de la mano del profesor Antonio Vilanova (recientemente fallecido): suya es la edición de Austral (2007, núm. 599), en cuya Introducción amplía y desarrolla lo expuesto en una conferencia suya de 1991.
A pesar de muchas intuiciones luminosas, Vilanova tampoco, en mi opinión, acierta del todo. En definitiva, vuelve a enraizar la clave del conflicto en la ideología: "las diferencias entre ambos esposos -dice- no sólo se deben a la incompatibilidad de caracteres [¿no suena esto de la incompatibilidad de caracteres a película americana de serie B, a bibelot de psicólogo barato?] y al choque constante de temperamentos contrapuestos [pero los temperamentos, ¿no podrían también complementarse?] , sino también al conflicto de mentalidades que se produce entre los dos, el cual hace muy difícil conciliar el feroz maniqueísmo de Menchu y el tolerante relativismo de Mario." [aquí habría que aceptar que lo de Menchu fuera en efecto "feroz maniqueísmo" y, sobre todo, que lo de Mario fuese "tolerante relativismo" y no otro maniqueísmo al revés]
El origen del conflicto está, a mi juicio, en un plano más profundo. Individual y personal.
Al releer la novela, y fijarme en ciertos detalles, se me ocurrió una hipótesis: la de una homosexualidad latente y autocensurada en Mario.
¿Cómo se explica si no su comportamiento en la noche de bodas, un desprecio que Carmen no olvidará jamás? Se me dirá que Carmen y Mario han tenido hijos... pero eso no es argumento invalidante.
Léanse, por ejemplo, estas palabras de Carmen en el capítulo XX:
[...] gustando como gusto, me sabe mal tu indiferencia, para que te enteres. Y todavía ahora, pase, pero ¡mira que de novios!, la manita y ya era mucho, claro que no te digo besarme, que eso ni por ti ni por nadie, pero un poquito más de ardor, calamidad, aunque te contuvieras, que sólo faltaría, pero a las chicas, por si lo quieres saber, nos gusta sentirnos impacientes cuando estáis con nosotras, no lo mismo que si estuviérais al lado de un bombero. Pero tú, ya, ya, mucho "mi vida", mucho "cariño", pero tan terne, como si nada, como un avefría, que acaba una por no saber lo que es control y lo que es indiferencia.
¿Y de dónde vienen esas frecuentes crisis de angustia que ahogan a Mario? Él, desde luego, lo achaca a inseguridades éticas, sociales y religiosas, "por el miedo a no acertar con el camino honrado". Pero, ¿no es precisamente Mario una persona muy segura de llevar la razón frente a los demás? ¿No será más bien el fruto de una sexualidad esquizofrénica, la lucha entre la máscara y la verdadera identidad?
No quiero añadir más pasajes o más elementos, por no hacer esta nota demasiado larga, aunque haberlos, haylos.
Pero mi hipótesis (que no tesis) tampoco puede ser la clave de la interpretación de la novela. Ni siquiera aunque se confirmara como tesis verificada. No, ni siquiera así.
La clave de la novela es mucho más sencilla, y por eso no la han descubierto los sabios profesores.
La clave de la novela está en el amor. Menchu tendrá todos los defectos que se quiera, pero se ha entregado a su marido y a sus hijos. Mario, no. Mario no hace ningún esfuerzo por acercarse a su mujer, y se desentiende del día a día de su familia. En realidad, desprecia a Carmen. También aquí se podrían amontonar las citas.
Cinco horas con Mario es la novela del amor conyugal. Y el fallo, o la culpa, de Mario no está para nada relacionada con el sexo. Sino con el Amor. Mario Díez Collado, tan posconciliar, es un mal cristiano, o mejor dicho, la peor clase de cristiano que puede haber: la de aquellos que leen mucho el Evangelio, pero no se enteran de nada. Mario es de los que miran lejos, pero no ven de cerca. De los que dicen amar la Humanidad, pero se despreocupan del prójimo más próximo.
En Cinco horas con Mario, Delibes jugó un solitario, pero tuvo la suficiente honradez como para no hacerse trampas a sí mismo.