Supongo que como ahora los periódicos han bajado clamorosamente sus ventas, algo se tendrán que sacar de la chistera. Y lo que sale de la dichosa chistera no es otra cosa claro que el escándalo. Nada nuevo para el periodismo, pues ya se sabe que lo que vende es el escándalo, bien en su versión sangrienta (atentados terroristas, crímenes pasionales, supestos suicidios por desahucio), bien en su versión corrupta. A esto responderá , digo yo, que se hable tanto de la dimisión (¿qué otra cosa es un abdicación?) del Rey.
Los motivos que se aducen son tan variopintos que inducen al desconcierto. Primero, los de la caza de elefantes, una práctica perfectamente regulada y perfectamente legal. Pues nada, el Rey no puede cazar. Luego, el asunto Corinna, amiga del Rey, a quien por lo visto hay que obligarle a elegir sus amistades. Dicen que S. M. ha tenido varias amantes, y hasta ahora la prensa había respetado lo que sólo a su vida privada concierne y que en nada ha afectado al normal desenvolvimiento de sus responsabilidades institucionales. Luego, el asunto Urdangarín, un proceso que como su propio nombre indica está sub iudice y bajo secreto de sumario (a pesar de lo cual las filtraciones interesadas gotean sin cuento...) Y por último, la evidente merma física del monarca, cosa esperable en quien ha cumplido ya los setenta y cinco años. ¿Y qué si algún día
S. M. tiene que desplazarse en silla de ruedas? No sería sino una más de las tantas personas que tiene que hacerlo y, por cierto, se convertiría en un referente para ellas.
Pero este revuelo prefabricado en torno a la abdicación/dimisión trae mar de fondo. Un tal señor Pere o Pedro Navarro, que es no sé qué del partido socialista, "ha defendido -según leo en La Vanguardia- que España necesita una segunda transición en la que se recuperen los valores de 1789 -sí, han leído bien, ¡1789!- de la igualdad, la libertad y la fraternidad, en la que se apueste por la regeneración democrática y también por una reforma federal de la Constitución."
O sea, por la abdicación... al Estado federal... o confederal. ¡Acabáramos!
LA FRASE
"Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad."
Sir Arthur Conan Doyle
Sir Arthur Conan Doyle
viernes, 22 de febrero de 2013
miércoles, 20 de febrero de 2013
CONTRA JAIME GIL DE BIEDMA
Así, precisamente, tituló uno de sus Poemas póstumos (1968) Jaime Gil de Biedma: así, "Contra Jaime Gil de Biedma". Él sabría por qué.
De joven, yo fui muy de Jaime Gil de Biedma. Incluso de no tan joven. En 2004 llegué a colaborar en un libro que se subtitulaba "54 poetas españoles escriben sobre un poema preferido". ... Y el preferido por mí era "Pandémica y celeste". (Pere Rovira prefería otro, "Barcelona ja no és bona o Mi paseo solitario en primavera"). Era, si no recuerdo mal, el único poeta que aparecía mencionado con dos poemas distintos.
Esto de hoy no es una palinodia, porque, a lo hecho, pecho. Pero no puedo menos que reconocer con cuanta distancia crítica y de la otra veo ahora esos poemas.
Tras esa proclama de erotismo libertino que es "Pandémica y celeste" -"Sin despreciar/ alegres como fiesta entre semana,/ las experiencias de la promiscuidad."-, cuando el poeta aún no sabía que moriría de sida, sólo nos arranca hoy una oración de caridad hacia el autor de ese poema, tan contradicho con su propia vida, en su triste final.
¿Y qué decir de "Apología y petición", esa sextina marxista, tan viejuna ya, tan de museo, que se cae de pura inconsistencia:
De todas las historias de la Historia,
sin duda la más triste es la de España,
porque termina mal.
Ni la historia de España terminó con el final de la guerra civil, ni terminó después, ni ahora mismo sabe nadie cuándo y cómo terminará.
En fin, el reduccionismo absurdo de esos versos a menudo tan citados:
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.
En fin, ya sé que no es educado ni socialmente correcto decir estas cosas en público, pero...
Cómo pasa el tiempo...
De joven, yo fui muy de Jaime Gil de Biedma. Incluso de no tan joven. En 2004 llegué a colaborar en un libro que se subtitulaba "54 poetas españoles escriben sobre un poema preferido". ... Y el preferido por mí era "Pandémica y celeste". (Pere Rovira prefería otro, "Barcelona ja no és bona o Mi paseo solitario en primavera"). Era, si no recuerdo mal, el único poeta que aparecía mencionado con dos poemas distintos.
Esto de hoy no es una palinodia, porque, a lo hecho, pecho. Pero no puedo menos que reconocer con cuanta distancia crítica y de la otra veo ahora esos poemas.
Tras esa proclama de erotismo libertino que es "Pandémica y celeste" -"Sin despreciar/ alegres como fiesta entre semana,/ las experiencias de la promiscuidad."-, cuando el poeta aún no sabía que moriría de sida, sólo nos arranca hoy una oración de caridad hacia el autor de ese poema, tan contradicho con su propia vida, en su triste final.
¿Y qué decir de "Apología y petición", esa sextina marxista, tan viejuna ya, tan de museo, que se cae de pura inconsistencia:
De todas las historias de la Historia,
sin duda la más triste es la de España,
porque termina mal.
Ni la historia de España terminó con el final de la guerra civil, ni terminó después, ni ahora mismo sabe nadie cuándo y cómo terminará.
En fin, el reduccionismo absurdo de esos versos a menudo tan citados:
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.
En fin, ya sé que no es educado ni socialmente correcto decir estas cosas en público, pero...
Cómo pasa el tiempo...
lunes, 18 de febrero de 2013
ANTONIO MORENO SE PUBLICA
El poeta Antonio Moreno ha publicado un nuevo libro de versos. El caudal se titula. Esto, en sí mismo, no encierra ninguna novedad, teniendo en cuenta que Moreno es poeta ejerciente, o en ejercicio, y cuenta ya con una dilatada faena literaria, en prosa y verso, a sus espaldas. Quisiera comentarlo con algo mayor extensión, y atención, en los próximos días, pero por hoy, me detendré sólo en su prólogo y en su formato, que es el de una web, o más exactamente, el de un weblog.
En el prólogo, o más bien "nota preliminar", viene a explicarnos su autor que es la primera vez que se adentra en la edición electrónica y también la primera vez que se autopublica. Nos confiesa allí Antonio Moreno los prejuicios que ante este tipo de iniciativas tuvo en el pasado. "Pensaba yo - nos dice- que una edición de autor revelaba, de antemano, un par de deméritos: uno, la presumible falta de excelencia de una obra incapaz de haber hallado editor; el otro, la limitada honrilla de quienes se aventuraban en tales empresas."
Lo primero, podría ser (aunque reconoce que no le hubiera sido quizás difícil encontrar editor). Claro que es discutible eso de "la presumible falta de excelencia de una obra incapaz de haber hallado editor", al menos viendo la clase de bazofia con que los editores suelen castigarnos.
En cuanto a lo segundo, lo de la limitada honrilla, creo que se refiere al atávico prejuicio con el que aún asociamos el prestigio literario al soporte de papel, tinta y letra impresa. Y lo que nos preguntamos nosotros ahora es si ese prestigio es falso o encierra algo por lo menos de verdad. Antonio Moreno parece creer en esta segunda hipótesis."De todos los géneros -sigue diciéndonos-, el poético es sin duda el más frágil, el que más precisa del cuerpo tangible del papel, y del espíritu que forman el dibujo tipográfico y el grato olor de la tinta. Todo lo cual, por así decirlo, constituye igualmente materia esencial de la propia poesía, inseparable del sonido y el concepto de las palabras."
Y un "uuhmm" se nos escapa enseguida porque no nos parece que estemos muy de acuerdo con esta última afirmación. ¿Es la poesía la "que más precisa del cuerpo tangible del papel, y del espíritu que forman el dibujo tipográfico y el grato olor de la tinta."? ¿Y por qué no la novela, normalmente más extensa y más difícil de leer en una pantalla? ¿Y qué decir de otro tipo de obras? ¿Seríamos capaces de leer, supongamos, la Historia de las ideas estéticas de Menéndez Pelayo ante un monitor? Más bien la conclusión sería la contraria, a saber, que de todos los géneros es la poesía la que más fácilmente puede desprenderse de su envoltura en papel y más adecuada resulta para adentrarse airosamente en el mundo de la edición digital.
Pero, en fin, Antonio Moreno publica un nuevo libro de versos, y sea como fuere, en letra impresa o en esa otra letra que no necesita de la tinta, merece que lo leamos con la atención y la extensión que merece. Su título, ya lo dije, es El caudal.
En el prólogo, o más bien "nota preliminar", viene a explicarnos su autor que es la primera vez que se adentra en la edición electrónica y también la primera vez que se autopublica. Nos confiesa allí Antonio Moreno los prejuicios que ante este tipo de iniciativas tuvo en el pasado. "Pensaba yo - nos dice- que una edición de autor revelaba, de antemano, un par de deméritos: uno, la presumible falta de excelencia de una obra incapaz de haber hallado editor; el otro, la limitada honrilla de quienes se aventuraban en tales empresas."
Lo primero, podría ser (aunque reconoce que no le hubiera sido quizás difícil encontrar editor). Claro que es discutible eso de "la presumible falta de excelencia de una obra incapaz de haber hallado editor", al menos viendo la clase de bazofia con que los editores suelen castigarnos.
En cuanto a lo segundo, lo de la limitada honrilla, creo que se refiere al atávico prejuicio con el que aún asociamos el prestigio literario al soporte de papel, tinta y letra impresa. Y lo que nos preguntamos nosotros ahora es si ese prestigio es falso o encierra algo por lo menos de verdad. Antonio Moreno parece creer en esta segunda hipótesis."De todos los géneros -sigue diciéndonos-, el poético es sin duda el más frágil, el que más precisa del cuerpo tangible del papel, y del espíritu que forman el dibujo tipográfico y el grato olor de la tinta. Todo lo cual, por así decirlo, constituye igualmente materia esencial de la propia poesía, inseparable del sonido y el concepto de las palabras."
Y un "uuhmm" se nos escapa enseguida porque no nos parece que estemos muy de acuerdo con esta última afirmación. ¿Es la poesía la "que más precisa del cuerpo tangible del papel, y del espíritu que forman el dibujo tipográfico y el grato olor de la tinta."? ¿Y por qué no la novela, normalmente más extensa y más difícil de leer en una pantalla? ¿Y qué decir de otro tipo de obras? ¿Seríamos capaces de leer, supongamos, la Historia de las ideas estéticas de Menéndez Pelayo ante un monitor? Más bien la conclusión sería la contraria, a saber, que de todos los géneros es la poesía la que más fácilmente puede desprenderse de su envoltura en papel y más adecuada resulta para adentrarse airosamente en el mundo de la edición digital.
Pero, en fin, Antonio Moreno publica un nuevo libro de versos, y sea como fuere, en letra impresa o en esa otra letra que no necesita de la tinta, merece que lo leamos con la atención y la extensión que merece. Su título, ya lo dije, es El caudal.
sábado, 9 de febrero de 2013
DESPRENDIDO
Hace unos días, revolviendo papeles y carpetas viejas, encontré este esbozo de poema, quiero llamarlo así, desprendido de una de ellas, y fechado el 9 de septiembre de 2003. Muy alegre no es que sea, pero, en fin, va:
La luz engendra sombras,
la muerte es la otra cara de la vida.
¿Cuánto hace que sabemos
la más cierta de todas las verdades?
Las sombras son las hijas de la luz,
la vida se alimenta de la muerte.
Retirado en su estudio un hombre vive,
esperando en silencio,
de soledad rodeado,
atento a recoger los giros de las sombras,
las voces que a los muertos da la vida,
el hilo en que se anudan y entretejen
vidas, sombras, luces, muertes.
La luz engendra sombras,
la muerte es la otra cara de la vida.
¿Cuánto hace que sabemos
la más cierta de todas las verdades?
Las sombras son las hijas de la luz,
la vida se alimenta de la muerte.
Retirado en su estudio un hombre vive,
esperando en silencio,
de soledad rodeado,
atento a recoger los giros de las sombras,
las voces que a los muertos da la vida,
el hilo en que se anudan y entretejen
vidas, sombras, luces, muertes.
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