LA FRASE

"Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad."

Sir Arthur Conan Doyle

jueves, 21 de julio de 2005

Los espejos del río. Divagaciones de un paseante sentado (II)

Nuestras vidas son los ríos

Tengo muy cerca el río. Bastaría con salir de mi casa y dar unos cuantos pasos para llegar hasta su orilla. Pero no lo hago. Lo hice ya, hace años, cuando escribí aquel libro del Viaje al Guadaíra, y para el que di, no unos cuantos pasos, sino muchos, porque era libro andariego y transeúnte. Lo que hago ahora es pensar, dejar libre la mente en su divagación imaginaria, y rasgar con la pluma unos cuantos pliegos de papel, aunque ya, por mor de la industria —no milagro, milagro, sino industria, industria, que dijera Basilio, el que le robó a Camacho la bella Quiteria—, ni necesite pluma ni precise papel. Tecleo sobre un teclado, y las letras, las frases, los párrafos van surgiendo mágicamente —pero no milagro, milagro…— sobre una pantalla luminosa. Blanco papel o pantalla luminosa, para el caso es lo mismo. El caso es discurrir, sacar a flote lo que cubre y oculta el agua cenagosa de los pensamientos dormidos. Y al correr de la pluma o al sonar del teclado, va uno pensando en el río menor y provinciano. Sostenía Unamuno que los ríos son la conciencia del paisaje, tal vez por lo que tienen de espejos fluyentes. Tal vez por lo que tienen de metáfora humana. Nuestras vidas son los ríos, marmorizó Manrique. Con ellos compartimos el nacimiento, el discurrir serpeante por los meandros de la vida, las avenidas caudalosas y los estiajes esqueléticos, el dar flores y frutos por las tierras ribereñas, el mover molinos, el apagarse o diluirse o confundirse en el mar inmenso de la muerte, donde todos, los caudales, y medianos, y más chicos, allegados son iguales. Y otro rasgo metafórico comparten los ríos con los hombres. Y es esa junta de aguas, de manantiales, de arroyos y regatos, esa capilaridad del territorio que hace que el individuo, el río, se enriquezca y se nutra de otros, que el individuo no se pueda explicar sólo por el individuo, sino por algo más denso y extenso y de mayor calado y hondura. El río no es tan sólo el río, sino todo lo que rodea y escolta su cauce, todo lo que en él desemboca, todo lo que alimenta y sostiene. Hasta llegar al mar.

No hay comentarios: