LA FRASE

"Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad."

Sir Arthur Conan Doyle

sábado, 21 de octubre de 2006

Saber personal

[La escuela de Atenas, de Rafael]

“Todo lo sabemos entre todos”. No recuerdo ahora quién dijo o a quién se le atribuye esta consoladora frase. Y es cierta en cierto sentido. Ahí están las bibliotecas, las enciclopedias, los buscadores de la red… Ahí está lo que envarada y pomposamente llaman “la comunidad científica”. Puede que el especialista X no lo sepa, pero el especialista Y sí que lo sabe, y los saberes de ambos, X e Y, se complementan. Si yo no sé algo, lo pregunto, lo busco, lo consulto. Todo lo sabemos entre todos. Trabajamos en equipo. El hombre no sabe casi nada, pero la Humanidad sí que lo sabe casi todo. Qué bien, menos mal.

Pero no. El saber, todo saber, todo verdadero saber, es siempre un saber personal. Adquirido con esfuerzo y con sesgo, en un aquí y un ahora, en una carne perecedera instalada en la celdilla de su circunstancia. O sea, un saber relativo, contigente, insuficiente. Personal.

La vida de un hombre tiene plazo fijo, generalmente no muy largo. Y además, esa vida transcurre en unas circunstancias muy precisas, que la limitan como fronteras, aunque estas fronteras sean siempre porosas y llenas de mugas. Un hombre se adentra por la maraña de la filosofía. ¿Adónde llegará? ¿Con quién se quedará? ¿Qué proposiciones llegará a formular como evidentes?

No todos los pescadores pescan los mismos peces. Ahí está el mar, sí, y su zoología infinita, pero unos pescan pargos y otros sardinas. Unos traen marisco y otros vuelven a puerto con las redes vacías.

No existe la filosofía, sino la filosofía de Platón o la de Aristóteles, la de Kant o la de Hegel, la de Marx o la de Nietzsche.

Este mundo no tiene ventanas, las ventanas son los hombres. Y vemos el mundo a través de Newton o de Vico, de Marcel o de Sartre. Los filósofos nos abren ventanas al mundo, pero desde cada ventana se ven paisajes diferentes, perspectivas distintas. Podemos recorrer todas las estancias, asomarnos a todas las ventanas, pero, al final, tendremos que elegir, decidir cuál de todas ofrece las mejores vistas.

Ahora bien, si el saber es personal, ¿es también intransferible? El saber, cree uno, es comunicable. Pero, al comunicarse, se transforma. Ya no es exactamente el mismo. No se derrama sobre un recipiente vacío y aséptico. No se derrama, se conquista. No cae sobre un recipiente, sino sobre un hombre. Y el hombre nunca es tabula rasa. Se conquista, y en toda conquista hay daños colaterales, desperfectos indeseados, aunque también mejoras y renovaciones. Lo digiere un hombre, que hace mejor o peor sus digestiones, que tiene mejor o peor dentadura.

Sí, también el saber es una propiedad privada. Todo saber es siempre saber personal. Aunque pueda haber bienes comunales. Pero éstos siempre han rendido poco.


3 comentarios:

Lopera_in_the_nest dijo...

Estimado amigo (¿me permite llamarle así?). Las metáforas, tan necesarias en tantas áreas del conocimiento, implican la necesidad de ser interpretadas, o reinterpretadas. Fíjese en las que utiliza en este "post". Para evitar este tipo de dificultades, desde hace mucho tiempo los humanos "inventaron", que no descubrieron, un instrumento que fuera común a todos, y que se basara en lo que los distinguía de los demás seres vivos, que no es sino la lógica, en definitiva que inventaron las Matemáticas. Este instrumento es el ÚNICO que es utilizado en Ciencia. Parafraseando a Feymann, la Ciencia se distingue de las demás actividades intelectulaes de los seres humanos en la utilización de las Matemáticas que hacen reproducible su Progreso sin necesidad de hablar el mismo idioma.

P.S. Ya he repetido CIEN veces la palabra "espléndido" que puse con x en un comentario anterior.

Enrique Baltanás dijo...

Por supuesto que admito lo de amigo. Muy gustosamente.
Empleo metáforas, sí, pero es que las metáforas son como redes para atrapar los huidizos pececillos de la realidad. Vaya, sigo con las metáforas.
Lo de que una ciencia no alcanza estatuto de ciencia hasta que no es formalizable en lenguaje matemático creo recordar que lo dijo Marx.
Y yo no niego el papel, inmenso, de la matematica ni de ninguna otra ciencia. Pero hablaba del saber, que quizás es algo distinto (aunque no opuesto) de la ciencia.
La ciencia puede explicar (cuando puede) el cómo y el qué. Pero nunca conseguirá explicar el para qué ni el por qué. Entonces, hay terrenos vedados para la ciencia.
Ni las matemáticas ni la lógica sirven para explicar ciertas cosas.
¿Entonces? Siempre nos quedarán las metáforas. Que aprehenden lo de otro modo inaprehensible.
Al menos, es lo que yo creo, querido amigo.

Lopera_in_the_nest dijo...

Gracias en lo relativo a la amistad. Insisto en que las metáforas son necesarias y útiles en el Progreso del Conocimiento, no era mi intención minimizar la utilización de éstas. La cuestión para mí es la transferencia del saber, que los científicos la resuelven con las Matematicas.
Otra cuestión es si éstas son parte de la Ciencia, yo comparto la opinión de que NO lo son, imprescindibles, pero no son Ciencia. Por Ciencia entiendo la comprensión, análisis, y si es posible predicción de los fenómenos de la Naturaleza. Con este comentario esta contestada la pregunta del por qué de la Ciencia, respecto al para qué. Hay varias respuestas, unas triviales, nos da de comer a algunos, otras más serias, justifican la no explicada necesidad de explicar lo que nos rodea, y finalmente las utilitaristas, ayudan a que vivamos mejor.

Un cordial saludo