No alcanzo a comprender el afán de críticos e historiadores por encasillar, o de los mismo poetas, por sentirse miembros de una generación, de un grupo, de una escuela (eso antaño, ahora ya es término desterrado)... Quizá por el abrigo y la protección que ofrece el rebaño, la manada, el equipo, el colectivo...
Pero se es poeta y se es solo. La poesía es algo solitario, individual, irrepetible e intransferible. Es como la persona. La poesía es la persona. Esa que algunos quieren escamotear, o disfrazar, con el truco del almendruco del "sujeto poético".
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Pero sin perjuicio de lo dicho, visto el asunto desde otro ángulo, el del historiador y el del crítico, se comprende su interés en parcelar y separar, en relacionar, en acotar y analizar. En suma, es un intento de abstracción indispensable porque, de otro modo, la historia de la poesía sería un continuum algo caótico, o bien algo así como una lista alfabética de autores.
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Y entre estas Scila y Caribdis vamos navegando. Como podemos.
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