LA FRASE

"Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad."

Sir Arthur Conan Doyle

martes, 19 de julio de 2005

El clítoris, la circuncisión y la alianza de civilizaciones

No hace mucho discutí con un antropólogo, catedrático universitario de antropología social por más señas, porque me sostenía que la ablación del clítoris era una "costumbre" o "tradición" en ciertas "culturas", que había que respetar, como se respetaba la circuncisión entre los judíos. Ambas prácticas eran equiparables, hechos "culturales", señas de identidad.
O el mentado antropólogo, buen amigo mío por otra parte y hombre sensato en tantos otros temas, desconocía por completo la anatomía femenina, o bien la asunción de ciertas pintorescas teorías consigue borrar toda huella de sentido común, incluso en personas de coeficiente intelectual apreciable.
El caso es que la ablación del clítoris, como sabe cualquiera, es una mutilación o extirpación de un órgano, quien la sufre se ve privada de experimentar placer sexual, y si a algo se le puede comparar (comparar, no igualar) es a la emasculación (pensemos por ejemplo en los castrati, tanto tiempo consentidos, cuando no promovidos, por el Vaticano), y no a la circuncisión, práctica absolutamente inocua.
Es posible que la ablación sea una tradición, pero es una tradición aberrante, que repugna a cualquier mente ilustrada y choca con toda idea de civilización.
Una cosa es la civilización y otra la barbarie. Y no es cuestión de pueblos, ni de razas, ni de religiones. En todas partes cuecen habas y barbaridades se han hecho y se siguen haciendo por doquier: ¿habrá que recordar las de la, otrora, cristianísima Europa?
Pero visto lo visto, y dado el progresismo tolerante de nuestros catedráticos con cualquier cosa que se llame tradición o cultura, me asaltan las dudas y me formulo esta pregunta: ¿Consistirá la alianza de civilizaciones, entre otras cosas, en que permitiremos en nuestros hospitales la práctica de la ablación del clítoris, con cargo al presupuesto y realizada por médicos españoles (sin que quepa la objeción de conciencia)? Zapatero, responde. Digo, como teórico de la cosa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tiene razón tu amigo el antropólogo, pero se queda corto. Debería, por ejemplo, también vindicar y reivindicar la antañona, secular y muy artística y occidental institución de "los castrati".
La antropología podría hacer mucho en este sentido de aprender a "descubrir, interpretar y respetar lo otro".
Aunque corremos, es cierto, el peligro de encontrarnos, de reencontrarnos con viejas costumbres nuestras como la quema de herejes o el garrote vil; costumbres no menos antiguas y respetables que la de abladir juveniles clítoris redundantemente femeninos.
ABELARDO LINARES

Anónimo dijo...

A todo esto, ¿alguien sabría explicarme, aunque sea más o menos por encima, para qué sirve la antropología además de para dotar a las universidades de tan insignes catedráticos?