LA FRASE

"Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad."

Sir Arthur Conan Doyle

martes, 10 de julio de 2007

La fe del carbonero

La fe del carbonero, la incuestionada e incuestionable, la tradicional y espontánea, la natural y sencilla, la mamada a los pechos de la madre, abrigada al calor de la familia, la que no entiende de teologías ni falta que le hace, la que ora y blasfema porque ambas cosas son la misma fe, la que reconoce como evidencia que el pastor es el pastor y las ovejas las ovejas, la que teme los peligros del lobo, se ha vuelto cada vez más rara en nuestros días, más, quizás, imposible e inviable, después de tres siglos de acoso y derribo a un carbonero tan escasamente ecológico. Y tan analfabeto, porque nunca dio clases de educación para la ciudadanía.
Hoy el creyente no puede conformarse con la creencia carboneril, tiene que saber, y tiene que saber cada vez más cosas: historia, biología, genética, matemáticas, filosofía, literatura...
Hoy el creyente (y, sobre todo, el católico: los musulmanes parece que no se andan con sutilezas) debe ser cultísimo. Tanto, tanto, que ahora tendrá que saber hasta latín. (B16 dixit).
Y conste que a uno, a diferencia de la bella filóloga, el latín no le parece feo, sino todo lo contrario. Y que el Motu proprio le parece una muy buena, y largamente esperada, noticia.
¿Será el latín la lengua del futuro? No se descarte.
Y que el inglés no se haga demasiadas ilusiones.

11 comentarios:

Pericoteo dijo...

Puede que deje de tutearse a los maestros, se intentará que no se agreda a los médicos, la Iglesia recuperará su lengua universal y tal vez parte de la solemnidad en el ceremonial, que tanto la magnifica y embellece, seguirá siendo pobre pero no pareciendo empobrecida. Comprendo el nerviosismo de la retroprogresía, puede llegar el momento en el que se recupere hasta el sentido común.

Anónimo dijo...

No pienso que el creyente deba ser cultísimo. Uno de los atractivos irresistibles del relato evangélico es que se dirige a todos.

Cuentan los testigos que Santo Tomás de Aquino dejó de dictar y escribir el día de San Nicolás (6 de diciembre) de 1273. Su discípulo fray Reginaldo le urgió a que continuase, a lo que contestó Tomás: "ha llegado el fin de mi escritura, porque me han sido reveladas tales cosas que todo lo que he escrito me parece muy poca cosa".

Se estudia teología porque es un estudio digno, el más elevado, sin ningún interés práctico (ni siquiera el de creer). Muchas áreas de las ciencias físicas, sin inmediata aplicación tecnológica, también participa de esa gratuidad, que dignifica al estudioso. ¿Y por qué se estudia -y tal vez se lee- hoy el Cantar del Cid, o el romancero viejo?

Si no hubiera teólogos que estudiasen lo que podemos saber o decir de Dios, la realidad estaría incompleta.

Bienvenido, también, el inútil latín.

Enrique Baltanás dijo...

Espero, Joaquín, que no se te haya pasado inadvertida mi ironía: no creo que todo cristiano deba ser cultísimo, al contrario: "porque has ocultado estas cosas a los sabios e inteligentes, y se las has revelado a los pequeños" (Mt 11, 25). Pero... bueno, creo que se entiende.

Anónimo dijo...

Confieso, Enrique, que capté la ironía en una segunda lectura. Pero me ha salido del alma una defensa de los estudios teológicos, que poco pueden hacer para dar fe al estudioso.

En cuanto al latín en la liturgia, me gustaría que se tomase con parsimonia. Esto es un arreglo para acercar a grupos integristas que amenazaban con separarse. Lo que no parece autorizar que se use el latín a trochimoche. Sólo faltaría que ahuyentásemos a más clientes del chiringuito, por no ser alumnos aplicados de lenguas muertas.

Enrique Baltanás dijo...

En la defensa de la teología estamos de acuerdo, Joaquín. Yo la considero la scientia prima, y creo en efecto que la filosofía no sea sino ancilla theologiae.
En lo del latín discrepo algo, porque no creo que sea sólo para contentar a grupos integristas que amenazaban con separarse, porque "ya" estaban separados: más bien se trata de una llamada a la reconciliación. Pero el en Motu proprio se dice que se creía que serían los viejos los que se apegarían al latín pero que han constatado que son precisamente los jóvenes y los más formados en la liturgia los que reclaman este rito.
Estoy conforme desde luego en que todo esto hay que hacerlo con tiento, para unir y no para separar, para mejorar y para empeorar.
Por otra parte, en un nivel puramente mundano, yo soy de los que creen en el porvenir del latín, y que esta fuera un día no lejano la lengua oficial de Europa.
¿Causa perdida? No sé, pero así de utópico que es uno.

Isaac García Expósito dijo...

Enrique, me ha gustado muchísimo tu esquela. Si me permites, la voy a copiar para mi blog.

El domingo pasado me pasó una cosa en misa, similar a la que cuenta Joaquín. Perdón por la autocita, pero la he puesto en mi blog, en la entrada que se llama Pepe.

Los católicos cultos tienen que poner su inteligencia al servicio de los que no saben, para proteger la fe de los sencillos, para no escandalizarlos. ¡Qué ejemplo el de San Pablo en la primera Carta a los Corintios!. El que escandalizare ya sabe su destino: que se ate una piedra al cuello y se hunda en el mar.

Respecto al Motu Proprio, yo creo que el Papa ha concedido una gracia a los católicos tradicionalistas (no a los lefevbristas), que viven especialmente en USA e Inglaterra, bajo liturgias horrorosas. En España no creo que tenga especial repercusión.

Pero no tiene sentido que se permitan misas extravagantes, que dilapiden el tesoro del Concilio, y no se deje celebrar según el rito de Juan XXIII (el último Papa bajo el que estaba vigente ese misal).

Yo creo que ha sido todo un hallazgo.

Enhorabuena por tu post. Me ha encantado.

Isaac García Expósito dijo...

Por cierto Enrique, ¿existe persecución en la Universidad o libertad de Cátedra?. Te pregunto esto porque en el régimen, a los disidentes los persiguen y acogotan, como al profesor Agapito Maestre.

Anónimo dijo...

Creo que es ya vieja tesis (hablo de oídas) de Umberto Eco, de que vivimos en una nueva "Edad Media". El latín seguramente ha sido empleado ininterrumpidamente por círculos más o menos amplios de sapientes.

En cuanto a su futuro como lengua vehicular de cultura, soy profundamente escéptico. Tendría que desalojar al inglés (conozco a profesores de la hispalense que se comunican en esta lengua con una soltura pasmosa: eso quiere decir algo).

Como prueba, invito a ver las siete lenguas en que da la bienvenida la agencia ZENIT (no me explico que falte el chino).

Anónimo dijo...

Pues yo creo que hay una verdad profunda en eso de que hoy el creyente tiene que ser cultísimo.

Vivimos en una sociedad de medioeducados, gente que tiene la cultura justa para protestar y criticar pero no para ver las razones profundas de las cosas. Ha desaparecido la gente humilde, la gente que reconocía que "no sabía", y a cambio proliferan los que ni siquiera saben que no saben nada.

Creo que era Pasteur el que dijo que "un poco de ciencia nos aleja de Dios, mucha nos acerca de nuevo a Él".

Enrique Baltanás dijo...

Estimado Isaac, gracias por el detalle. O detallazo.
Respecto a la universidad, está siendo tomada por la "secta pedagógica". Buen rollito y nuevas tecnologías. ¿Contenidos? Eso es lo de menos.

Anónimo dijo...

La secta pedagógica: buen rollito y nuevas tecnologías. ¡Qué bueno! Buen rollito somático y las nuevas tecnologías como pátina de modernidad. ¿Quién da menos por más?