Fray Domingo de Valtanás, Exposición sobre el estado y velo de las monjas, Sevilla, 1557
[cito por la edición de Guillermo Nieva Ocampo, de
Fray Domingo de Valtanás, Exposición sobre el estado y velo de las monjas, Sevilla, 1557
[cito por la edición de Guillermo Nieva Ocampo, de
Toda filosofía progresista parte necesariamente de esta petición de principio: la naturaleza no existe... Y, si existe, ya la modificaremos.
Pero la volatería, en realidad, no es punto de partida, sino de llegada. No se sabe a través de qué vericuetos. Yo nunca había leído esta frase de Ortega, ni falta que hacía, porque las ideas se transmiten por el aire, por ósmosis, por contagio, por..., sí, incluso por lectura. Así, la musaraña vuela sola, no la necesita, pero también puede llevar ilustración, demostración, prueba, escolio. La ilustración, la glosa, la nota a pie de página, o a pie de musaraña, es ésta:
"El hombre es una entidad infinitamente plástica, de la que se puede hacer lo que se quiera. Precisamente por ella no es de suyo sino mera potencia para ser como usted quiera" (en Historia como sistema).Y, sí, otra vez Ortega. Y no será la última.
Me gustan los libros en los que el escritor escudriña los entresijos de su oficio, el envés oculto de sus obras, esos libros en los que el escritor se enfrenta a los avatares, resortes y resultados de su vocación.
Estas líneas pertenecen al comienzo de una reseña de un libro de Mercedes Salisachs, titulado La palabra escrita. Radiografía de mis novelas (Barcelona, Ediciones B, 2003). Las encuentro ahora perdidas entre mis papeles. Se conoce que por entonces me propuse escribir una reseña del libro, pero no pasé del incipit. Ignoro por qué no conseguí terminarla. Lo más curioso es que tampoco recuerdo nada de ese libro, ni si me gustó o me desplugo (que diría Azorín). Ni logro ahora encontrar el libro entre mis libros. Me quedo sin saber qué hubiera dicho yo del libro de la Salisachs, o qué me habría propuesto decir. Bueno. Reseña abortada. Pero el principio (en ambos sentidos de la palabra) vale. Y me reafirmo:
Me gustan los libros en los que el escritor escudriña los entresijos de su oficio, el envés oculto de sus obras, esos libros en los que el escritor se enfrenta a los avatares, resortes y resultados de su vocación.