LA FRASE

"Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad."

Sir Arthur Conan Doyle

sábado, 14 de julio de 2012

LA FUERZA DE LA SANGRE

La fuerza de la sangre... nos decían, o leíamos... y pensábamos que se trataba de una metáfora, de una licencia poética....


Pues ahora resulta que unos investigadores de la Universidad de Sevilla pretenden haber demostrado que eso es literalmente así. Aunque el estudio está orientado a la "violencia de género" (que, total, es para lo que dan subvenciones), y a su detección mediante un análisis de sangre, lo que a nosotros más nos llama la atención no es otra cosa que la oxitocina, una hormona a la que hasta ahora no teníamos el gusto de conocer (aunque sí, por lo que parece, de padecer):

Según esta experta -cuenta el diario ABC-, existen una serie de condicionantes fisiológicos, en concreto niveles sanguíneos hormonales, que garantizan que se genere el fenómeno denominado "apego", es decir, un vínculo que se establece, por ejemplo, en el reconocimiento mutuo entre la madre y el recién nacido y, en general, refuerza los lazos afectivos familiares.
La hormona responsable de estas pautas de conducta y sus correlatos emocionales es la oxitocina. Además, se sabe que también existen diferentes estudios sobre el impacto que los niveles hormonales tienen sobre los estados de ánimo de las personas y su capacidad de relacionarse.
"Se han obtenido datos que indican que la hormona oxitocina puede ser la principal encargada del establecimiento y mantenimiento de relaciones sociales sanas y, por tanto, la responsable fisiológica de que la víctima no sea capaz de romper la relación con su agresor, junto a otros motivos de carácter psicológico", ha explicado. 

De manera que si consiguiéramos reducir los niveles de oxitocina, lograríamos que desaparecieran los vínculos afectivos entre la víctima y su agresor (que comúnmente suele ser su ex-pareja). Lo que no dice este estudio es si con ello se reducirían o desaparecerían del todo otros vínculos afectivos. 

Y es que estas cosas suelen ser más complicadas que un simple análisis de sangre. Me temo.

5 comentarios:

Enrique Baltanás dijo...

Sin entrar en el oxímoron que se observa entre el "establecimiento y mantenimiento de relaciones sociales sanas" y ser "capaz de romper la relación con su agresor".

Román dijo...

Bueno, creo en la ciencia pero aun creo más en el hombre. Conviene no confundir la causa con el efecto. La oxitocina no es sino el soporte o transmisor de emociones humnas pero son ésas y no aquella lo importante.
Gracias por tan buen comentario. Sigo el blog con gran interés.

Cristina Brackelmanns dijo...

Riguroso al más puro estilo Aído.
A eso en mi pueblo se le llama coger el rábano por las hojas.
Lo único que queda claro es lo que ya se sabía, que la oxitocina, la que se libera a lo bestia en los partos (o la que te inyecta el ginecólogo cuando el parto va lento y él tiene prisa, que sale el niño espeluznado y se encuentra a la madre igual) es la hormona del "pegamento" (qué maravilla la naturaleza, por cierto).
De eso a lo otro...
Como si rebajando el nivel de oxitocina se le pudiera devolver la moral a quien se la han comido. Lo tenía mucho más claro, sin subvenciones de la Deleg.Gobierno para la Violencia de Género, y hasta sin haber sufrido esa particular violencia sino otra distinta, Simone Weil: desde entonces, cuando alguien me trataba con amabilidad me parecía que se equivocaba.
Será que tratar eso es más difícil.

pedrete dijo...

Un detalle mínimo, acerca de la expresión relativa al rábano. (Tomo la explicación de un Diccionario de dichos y frases populares en internet):

"Tergiversar. Interpretar algo de forma errónea o interesada.(...) La expresión nada tiene que ver con el hecho de <>, de <> el rábano; hay que <> por «creerse que el rábano son las hojas. Las hojas del rábano no se comen, aunque son la parte que más llama la atención». El rábano es, en realidad, la raíz de la planta. Hay gente que, por error, come las hojas de la planta como verdura -que, dicho sea de paso, son muy sabrosas- sin darse cuenta de que el rábano está debajo de la tierra.

En otras palabras, la expresión correcta es "tomar el rábano por las hojas", en el sentido no de cogerlo, sino de creer -equivocadamente- que el rábano, o más exactamente lo más sabroso de la planta, son las hojas, por el hecho de que se ven, sin darse cuenta de que el verdadero rábano es la raíz, y está bajo tierra.

pedrete dijo...

Veo ahora que, por misteriosas razones internéticas, lo incluido dentro de las comillas no sale. No importa; creo que aun así queda claro. No es "coger", es "tomar" el rábano por las hojas, en el sentido de confundir éstas con aquél.