La primera parte del libro es una detenida síntesis, o resumen fiel, con abundantísimas citas, de las ideas filosóficas de Ortega. La segunda, somete a Ortega a una doble crítica: desde la misma razón y desde la fe y la teología católica.
Detengámonos un momento, más bien que en el segundo, en el primer aspecto: "Las ideas filosóficas de Ortega vistas desde la misma filosofía". Aquí, hablando de la famosa fórmula orteguiana de "yo soy yo y mi circunstancia", comenta Ramírez:
"Con este hallazgo -piensa Ortega- quedan superados definitivamente el realismo y el idealismo o subjetivismo: aquel, porque daba la prioridad a las cosas sobre el 'yo'; este, porque daba prioridad al 'yo' sobre las cosas. Ambos quedan liquidados en lo que tienen de absolutos y negativos; pero a la vez quedan integrados en lo que tienen de positivos y relativamente verdaderos: yo y las cosas juntamente y con igual derecho, "ex aequo".Ya se ve porque hablábamos de auténtica deconstrucción de las ideas filosóficas de Ortega.
Según esto, la fórmula 'yo soy yo y mi circuntancia' equivale puntualmente a esta otra: 'yo soy yo y el puro otro'. Y como el puro otro es lo que no es el yo, y el yo es lo que es él mismo, resulta esta otra forma equivalente: el yo es él y lo que no es él, o sea: yo soy lo que soy y lo que no soy, o también: yo soy el que soy y el que no soy. Porque entre las circuntancias no solamente se encuentran las cosas que nos rodean, sino también los hombres o personas de nuestro alrededor con quienes convivimos.
Expresión contradictoria en sí misma, porque el segundo predicado -la circunstancia= el puro otro, lo que no es el yo- niega y anula el primero -yo= el o lo que es el yo, yo mismo, el puro yo-. Exactamente igual que, si personificando a un círculo, pusiéramos en su boca este enunciado: yo soy un círculo cuadrado.
Y no se sale del atolladero diciendo con Ortega que la circunstancia es la otra mitad de mi persona, o que el puro otro es la mitad de mi yo. Porque en esta proposición, 'yo soy yo y mi circunstancia', o el primer predicado 'yo' tiene exactamente la misma significación y extensión que el sujeto 'yo', o no la tiene. Si la tiene, no se le puede añadir el segundo predicado 'y mi circunstancia', a no ser que incluyamos esa misma circunstancia en la significación y extensión del 'yo'; en cuyo caso, la fórmula orteguiana 'yo soy yo y mi circunstancia' se traduciría literalmente así: 'yo y mi circunstancia somos yo y mi circunstancia'. Pura tautología, que además de no decir nada, no merecía los esfuerzos hercúleos del filósofo madrileño para dar con ella."
Pero la obra de Ramírez, del P. Santiago Ramírez, O. P., ha quedado arrumbada, oscurecida y casi desaparecida de la bibliografía sobre Ortega. ¿Quizás por la condición de dominico de su autor? ¿O fue por la polémica suscitada con motivo de la aparición de su libro, al que inmediatamente replicaron Laín Entralgo, Julián Marías, Maravall y José Luis Aranguren, entre otros?
El P. Ramírez se vio obligado a responder a sus oponentes en sendos libros posteriores: ¿Un orteguismo católico? Diálogo amistoso con tres epígonos de Ortega: españoles, intelectuales y católicos y La zona de seguridad. Rencontre con el último epígono de Ortega, este último como respuesta al de Julián Marías, El lugar del peligro. Una cuestión disputada en torno a Ortega.
Sobre este polémica escribió en tono triunfante e inconcuso en su libro Pensamiento español. 1939-1975 (Madrid, EDICUSA, 1978) Elías Díaz:
El libro del padre Ramírez tuvo, sin embargo, cumplida y adecuada respuesta por parte de esos discípulos católicos de Ortega [...] de manera muy primordial, la simplificación, deformación y mal entendimiento en que éste incurría al exponer y condenar el pensamiento orteguiano. Aranguren señalaba explicitamente como conclusión de su crítica al padre Ramírez: 'Acostumbrarnos a entender antes de condenar es una de las cosas que más necesitamos los españoles'Un capítulo olvidado de la pequeña historia de la filosofía española, o una polémica inevitablemente teñida de rifirrafe político, en la que los verdaderos problemas filosóficos se dejaban aparcados, al arrimo de la tolerancia y del diálogo, entonces, y ahora, tan en boga. Una nota a pie de página en la historia polémica de la filosofía española. Y es lástima. Una verdadera lástima que nadie recuerde ya el libro -o los libros- de Santiago Ramírez, O. P.
Porque deconstruir a Ortega, aparte los hallazgos metáforicos de su prosa excelente, no era, no es, asunto de poca monta ni cosa baladí.