LA FRASE

"Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad."

Sir Arthur Conan Doyle

lunes, 15 de junio de 2020

EL MITO DE LAS DOS ESPAÑAS Y EL CUENTO DE LA TERCERA

A decir verdad, que no anduvo muy acertado don Antonio Machado cuando acuñó aquellos conocidísmos y citadísimos, por más que casi siempre tergiversados, versos que rezan
Españolito que vienes
al mundo te guarde Dios.
una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.

y que habitualmente se consideran el punto de arranque del famoso tema de las dos Españas.
Porque, a ver, sí, ha habido dos Españas, pero no menos cierto es que ha habido, y hay, dos Francias, dos Alemanias, dos Américas... con sus respectivas guerras civiles y conflictos fratricidas. El ejemplo de Francia es paradigmático y ya fue puesto de relieve por el historiador  Pierre Gaxotte en su libro sobre la Revolución, elocuentemente subtitulado ¿Libertad o masacre? Otro caso de manual es el enfrentamiento, nunca superado del todo, entre yanquees y confederados.
Sí, hay dos Españas, por supuesto: la de la izquierda y la de la derecha. Y ese es el abismal legado que nos dejó al mundo la Revolución francesa, que dividió por doquier las naciones, y no sólo la española, en dos mitades opuestas sin remedio, en un enfrentamiento más sordo o más sonoro, según los momentos y las circunstancias.
Lo que no ha habido nunca es eso que algunos llaman "la tercera España". Los que en nuestra guerra se fueron de España lo hicieron por poner en salvo su vida y la de sus familias. Tal fue el caso de Juan Ramón, de Ortega, de Clara Campoamor, de Gómez de la Serna, de Marañón et alii. Otros se tuvieron que ir porque su homosexualidad chocaba con la moralina puritana que entonces destilaba el partido comunista, como fue el caso de Luis Cernuda. 
Pero en cualquier caso todos ellos tomaron partido por una de las dos Españas en conflicto. A favor de Franco, en el caso de Ortega y Marañón; a favor de la República en los de Juan Ramón, Clara Campoamor y Luis Cernuda.
Podría alegarse que en el caso de Manuel Chaves Nogales no fue así, como sostiene, por caso, Andrés Trapiello. Cuando al estallar la guerra expropiaron el periódico en que trabajaba, confiesa que se puso "al servicio de los obreros" (!), eso sí, haciendo constar "mi protesta contra todas las dictaduras, incluso la del proletariado, y me comprometí únicamente a defender la causa del pueblo contra el fascismo y los militares sublevados".
Pero Chaves incurre aquí en un triple sofisma y no se sabe bien  a quién pretendía engañar, si a los demás o a su propia conciencia. ¿Cómo se puede hablar de "la causa del pueblo"? Sería, en todo caso de una mitad del pueblo, porque la otra mitad sostenía ideales muy distintos. ¿Y fascismo? ¿Qué fascismo? Franco no fue nunca un fascista, ni menos aún un nazi, y eso estuvo muy claro desde el principio para quien supiera ver sin anteojeras y más allá de las coyunturales apariencias. En tercer lugar, tampoco eran "militares sublevados", sino un movimiento cívico-militar de la España que no estaba dispuesta ni a suicidarse ni a que la asesinaran o la sometieran a la dictadura inmisericorde de la otra España.
No, Chaves no perteneció jamás a una inexistente tercera España. Su posición fue la de estar au-dessus de la mêlée, que es la única posición imposible e insostenible en una guerra civil. O puede que, como dice Aquilino Duque de esa llamada "tercera España", que no eran más que republicanos vrgonzantes o "rojos de derechas".
Eso sí, y fuere como fuese, cuando en Noviembre de 1936 el gobierno republicano se traslada a Valencia, y Chaves se da cuenta de que Madrid puede caer, y con él la República, corre a ponerse rápidamente en salvo en la capital de Francia. Como Juan Ramón, siguió siendo fiel a su ideal de una República ideal imposible que sólo existió en sus privilegiadas cabezas.